El Mundo del silencio ...
Poco a poco conocí el mundo del silencio, en el cual no se puede mentir nunca; en él descubrí al “Silencioso” -como llaman en Oriente a nuestra conciencia- y oí sus recriminaciones, sus juicios, enseñanzas, su voz de aliento; lo sentí tras mis lágrimas y risas, imperturbable, levantándome una y otra vez con su sabiduría sin tiempo, y supe que su rostro no tiene edad. A veces me produjo escalofríos y un dolor lacerante en el alma ese su silencio, su lejanía. Sólo volvió a mí cuando humildemente lo busqué para ver el mundo a través de sus ojos, esos que todo lo transforman haciéndonos percibir el corazón oculto de las cosas.
Supe muchos años después que hay gente que enmudeció por dentro de tanto hablar, por falta de contacto con su Ser interno. Y es que a él se lo halla únicamente a través del silencio que busca la Verdad. Basta no escucharlo para perderlo, para que en silencio, sin que nos demos cuenta, nos abandone.
Si en este mundo nuestro nos acostumbrásemos un poco más al silencio, comenzaríamos a comprender un poco más a los otros, al entorno, porque tendríamos tiempo para reflexionar, bucear en nuestro interior y en nuestro exterior para conocerlos en silencio, puesto que ellos son el mismo silencio misterioso que nos envuelve a todos por fuera y por dentro.
¡Cuántas cosas, cuántos sentimientos, pensamientos, puede trasmitir una simple mirada, un gesto!
Pero para conocer su lenguaje, el del silencio, y para que en silencio nos expresemos, hay que saber usar el lenguaje hablado como si fuera oro, con mucho cuidado y respeto, empleándolo siempre como instrumento en pro del bien; es entonces cuando el bien comienza a hablar a través nuestro.
Aquel otro, el “Silencioso”, ese que sólo escuchamos nosotros, no tiene que maquillarse u ocultarse tras velos para mostrarse al mundo. Cuando lo hace, siempre es por Amor al Bien, para recordarnos el tesoro olvidado, que ha cubierto el tiempo, para que ante su cercanía anhelemos despertar el Ser que todos llevamos dentro.
En silencio aprendemos a ser más justos, más valientes; en silencio aprendemos a ser más in egoístas, más puros; en silencio aprendemos a ser más buenos, más auténticos; en silencio conocemos el valor del silencio.
En silencio se dicen los adioses más eternos. En silencio volvemos a comenzar de nuevo. En silencio el amor lejano nos acompaña desde lejos. En silencio corre el tiempo. En silencio llega Dios a nuestro corazón. En silencio lo escuchamos, en silencio nos habla, en silencio habla la Naturaleza toda. En silencio comprendemos el lenguaje del silencio. Allí no hay sonidos, todo son sentimientos que lleva el aire en su cuerpo. Son ideas que guarda la forma, es la Vida que en su correr habla, habla en silencio del ayer, del hoy y el mañana eterno.
El silencio es la Vida que calladamente corre a su destino primero. Que llora y ríe por los adioses y encuentros, que en su correr va creando melodías y poesías que sólo comprenden los amantes del silencio, los que han hecho de él su Maestro y consejero.
En silencio, poco a poco, va surgiendo y manifestándose nuestro Ser verdadero, el que llevamos dentro atemorizado ante un mundo que no comprendemos, ni queremos, pero que sabemos ahora sí que puede ser diferente una vez que los hombres despierten al conocimiento de lo que verdaderamente son y es la Vida. Sí; en silencio vamos comprendiendo, en la medida que nos cambiamos a nosotros mismos, que es posible ese Mundo Nuevo y Mejor con el que soñamos hecho realidad por Hombres Nuevos y Mejores, gracias a la fe en uno mismo reconquistada que nos devuelve la fe perdida para con todos. Y es que cuando se levanta “el guerrero silencioso” revestido de todas sus armas, todo es posible.
Nos han hecho creer que para sobrevivir hay que ser insensibles, fríos. Y no es así; para estar Vivo hay que sentir la Vida y comprender su sentido, hay que ser Vida... para todos.
Si amas la Verdad no temas el Silencio... El guarda su Secreto.
Mª Dolores Villegas López
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